martes, 18 de marzo de 2014

Proyecto Bolt Action I Las chicas sólo quieren luchar

Aprovechando las miniaturas de los últimos encargos recibidos para el juego de escaramuzas Bolt Action me he lanzado a publicar un pequeño ensayo sobre la mujer en la Guerra Civil española y su reflejo en el arte. Espero que os guste.


La situación de la mujer en la guerra civil a través del arte

Madrid 1937 (Aviones Negros), Horacio Ferrer, 1937


Autorretrato en el frente de Aragón, Agustí Centelles, 1937



Los años de la guerra civil representaron un período de aceleración de transformación social de las estructuras políticas y sociales del país. Estos años de cambios, movilización general de población supuso el marco sobre el que se asentaron modalidades específicas de movilización femenina. Las mujeres se convirtieron en apoderadas activas de la estrategia de resistencia antifascista y transformación revolucionaria y, como consecuencia, la guerra produjo un reajuste en el cometido  social que desempeñaban y un replanteamiento de la división tradicional entre hombres y mujeres, exigiendo su presencia en el ámbito público de la producción y trabajo asistencial.

¿Las mujeres se comprometieron con el activismo revolucionario y la resistencia antifascista o fueron canalizadas hacia papeles auxiliares de soporte y ayuda que no cuestionaban el hecho de estar subordinadas a los hombres?

En el bando republicano el cambio fue inmediato en el trato recibido por las mujeres y la guerra, además de generar un discurso nuevo, creó una imagen distinta debido al llamamiento a la movilización por parte de las fuerzas políticas como el Partido Comunista, la C.N.T. o la F.A.I.

Las numerosas obras de arte que se crearon durante estos años y los carteles de propaganda que se encontraban en circulación durante la guerra presentaron la imagen innovadora de una miliciana guapa y joven que cargaba un fusil marchando hacia el frente. Junto a esta imagen tenemos la tradicional representación de la mujer víctima del fascismo, la madre, defensora de sus hijos que reclama la solidaridad antifascista y se encuentra desconsolada por el dolor o la pérdida de los suyos.

Esto es lo que vemos en el cuadro Madrid 1937 (Aviones negros) de Horacio Ferrer. Fue encargado por el Gobierno de la República y plasma todo el dramatismo del pueblo del bando republicano por la tragedia de la guerra. Fue expuesto en el pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de las Artes y las Técnicas en la vida moderna de París del año 1937, junto con otras obras de artistas republicanos como el Guernica de Picasso.

Durante los primeros meses de la guerra se produjeron también movilizaciones de mujeres que hasta el momento estaban aisladas de la vida sociopolítica del país. Creaban barricadas, cuidaban de heridos, organizaban las asistencias en la retaguardia. Sin embargo, estos nuevos espacios abiertos para las mujeres no cambiaron la mentalidad tradicional con respecto a ellas. A pesar de esto, se habían descubierto escenarios donde las mujeres reivindicaban su labor y además, los trastornos sociopolíticos facilitaron algo de ruptura en las normas tradicionales de conducta. Esto permitía una actuación más allá del ámbito doméstico.

La movilización femenina tuvo una característica importante y es que, fue incentivada por organizaciones que canalizaban su actuación política y social como Agrupación de Mujeres Antifascistas o la organización anarquista de Mujeres Libres.

Durante los primeros meses de la guerra, la imagen de la combatiente fue innovadora porque representaba una ruptura con respecto a las normas de comportamiento tradicional y el patrón social de las mujeres. Sin embargo, si analizamos más detenidamente el asunto, esta imagen no parece representar una imagen nueva, sino más bien un símbolo de guerra y de la revolución. La imagen beligerante de la miliciana  tampoco se dirigía a un público femenino, sino más bien se pretendía que sirviera como incentivo dirigido a los hombres para estimular su cumplimiento del deber del soldado en la lucha antifascista.

Tanto es así que la consigna general a lo largo de la guerra era ‘’Hombres al frente, Mujeres a la retaguardia’’ y, las imágenes componían la representación de dos figuras femeninas: ‘’Heroína de la retaguardia’’ o la de ‘’Madre Combativa’’ que, como modelo, era más cercano a lo que venía enarbolando la lucha antifascista de las mujeres. Sin embargo, las tareas militares en el frente no estaban concebidas como rol femenino y las mujeres tuvieron que asumir una serie de tareas como madres, amas de casa, trabajadoras, educadoras, asistentas sanitarias y sociales y en medio de las dificultades propias de una guerra: precariedad del abastecimiento, hambre, etc. Las organizaciones femeninas rechazaron la incorporación de mujeres al frente  y a partir de otoño del 1936 se produjo una extensa propaganda para disuadir a las milicianas a participar en los frentes.

En las primeras semanas de la guerra había mujeres combatientes que incluso cayeron en combate, pero la evocación de heroínas muertas como Lina Odena o Antonia Portero, nombrada en poesías de Miguel Hernández, no debe ocultar que las milicianas no fueron nunca un ejemplo a seguir. Comenzó un movimiento de descrédito de la figura de la miliciana y la visión inicial de entusiasmo se tornó más crítica y que sorprendentemente nunca fue contestado por parte de las organizaciones femeninas.

Las milicianas fueron pocas y sólo una minoría actuó en combate armado, mientras otras desempeñaron servicios auxiliares como sanidad, aprovisionamiento, administración o cocina. La imagen de la fotografía de Agustí Centelles Autorretrato en el frente de Aragón, representa una de estas combatientes de las primeras semanas de la guerra en la que participaban codo con codo hombres y mujeres en el frente. Agustí Centelles es en fotorreportero español más conocido de los que cubrieron la Guerra Civil. Fotografió los combates del 19 de julio en Barcelona y partió al frente de Aragón con las primeras columnas de voluntarios y voluntarias. Movilizado en 1937, fue testigo de las batallas de Teruel y Belchite, y recogió también escenas de la vida en la retaguardia. Sus fotografías tuvieron gran difusión en la prensa republicana e internacional.

El perfil típico de la miliciana era el de una mujer joven con vínculos políticos, familiares o afectivos con los compañeros de las milicias. Actuaban motivadas por su conciencia política y social y en sus memorias se explica que sus estímulos fueron el rechazo al fascismo y la defensa de los derechos políticos y sociales que adquirieron las mujeres durante la Segunda República.

Bibliografía

Ponce V., Soriano J.; Maestros de la fotografía. Robert Capa. David Seymour. Agustí Centelles. Gerda Taro. La Guerra Civil, Público, Madrid, 2008.


VV. AA.; Las mujeres en la guerra civil, Salamanca 1989, Ministerio de Cultura, Madrid, 1989.


VV. AA.; Propaganda en Guerra, Consorcio Salamanca 2002, Salamanca, 2002.


Y para finalizar, estas son las partisanas recién salidas de la mesa de pintura. Ahora sólo les toca hacer frente a los alemanes en la mesa de juego (lástima que el flash de la cámara dejara sus caras blancas).



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